Las respuestas institucionales a las preguntas religiosas han entrado en crisis. Sin embargo, las preguntas no están en crisis. Nos hacemos preguntas, hoy como ayer. Pero ya no hay respuestas tranquilizadoras. Todos somos buscadores.
Por esto, ahora que ya no aceptamos las respuestas prefijadas, pero continuamos haciéndonos preguntas, el ensayo se hace más necesario que nunca. Porque ya no dejamos que piensen por nosotros, que investiguen por nosotros, que lean por nosotros. La búsqueda nos pertenece. Es nuestra. Sabemos leer. Indagar. Buscar. No aceptamos respuestas cerradas, pero sí que queremos ideas, pensamientos, criterios, tanteos.
¿Pensamiento débil? No: pensamiento, simplemente. Las respuestas prefijadas no son ni pensamiento ni fortaleza, sino una invitación a la dimisión. No dimitimos de la facultad de pensar. Ni de buscar. Ni de vivir.