Francesc Torralba y Vicenç Villatoro, autores del libro Con o sin Dios. Cuarenta cartas cruzadas (2012), lo presentaron el pasado sábado 15 de septiembre a las 19 h en la Iglesia de Santa Maria de Cadaqués. El acto, que presentó el párroco de la localidad, Jaume Angelats, consistió en un diálogo con los autores moderado por Ignasi Moreta, editor de Fragmenta.
Durante la presentación, Francesc Torralba aseguró que la escritura de este libro había “sido una de las mejores experiencias” de su vida; mientras que Vicenç Villatoro afirmó que “cuando escribes cartas, el mundo y la vida entran en las cartas”. Con o sin Dios. Cuarenta cartas cruzadas es uno de los títulos de Fragmenta que ha tenido una mejor acogida en su edición catalana, por lo que hace pocos días salió al mercado esta versión dirigida a los lectores hispanoparlantes.
Cuarenta cartas cruzadas
«Yo me considero un agnóstico amigo de las religiones, admirador de las religiones», dice Vicenç Villatoro. «Soy un cristiano escéptico; un cristiano que busca, que trata de comprender mejor lo que cree», dice Francesc Torralba.
A lo largo de cuarenta cartas —veinte por corresponsal—, Francesc Torralba y Vicenç Villatoro tratan temas como la pregunta por el sentido, Dios creado o Dios creador, lo sagrado y lo profano, la esfera religiosa y la esfera pública, la muerte y el consuelo, una ética sin Dios, la belleza, el misterio del mal, la transmisión de valores y convicciones, la existencia de los cristianos, la plaza pública, la capacidad de celebrar y la espiritualidad sin fe.
Es un diálogo de ideas, pero también de experiencias vividas durante el medio año de redacción, entre el inicio del veraneo y las celebraciones familiares de Navidad. Las cartas cruzadas entre Torralba y Villatoro confrontan no solo a un creyente y a un no creyente, sino también a un filósofo y a un escritor, a un teólogo y a un periodista. Y ambos convierten a menudo el epistolario —el «género del alma»— en un dietario: en la exposición abierta y desacomplejada de los senderos —interiores y exteriores— de la propia vida.